CAPÍTULO 3:
Varias horas antes…
David
David
camina rápido por las calles del centro de la ciudad.
Tiene
ganas de verla y no puede llegar tarde.
Aunque la
semana que viene él vuelve a su pueblo, Andrea no ha podido aguantar más tiempo
sin él y ha decidido venir a la ciudad a verle.
Todavía
tiene cinco minutos para llegar.
Acelera un
poco el paso.
Se hace
paso entre la gente y por fin la ve.
Allí está
ella, sentada en el banco en el que habían quedado.
Cuándo
Andrea le ve, se levanta y los dos se quedan mirándose, uno frente al otro.
–Hola…–dice
él tímidamente.
Ella no
responde, tan solo se limita a abrazar-le fuerte.
– ¿Quieres
que vayamos a tomar algo?–pregunta Andrea.
–Está
bien.
Empiezan a
caminar, se miran, se cogen de la mano y sonríen.
–Te he
echado muchísimo de menos–dice ella.
–Y yo a ti
cariño…
– ¿No has
estado con otra verdad?–le dice ella con tono de tristeza.
–Bueno, he
estado con unas 10…–responde él, mostrando seriedad.
Ella se
para y le suelta la mano.
–Es broma
tonta…–miente él, al ver su cara de mosqueo.
– ¿Seguro?
–Segurísimo.
Solo soy tuyo. De nadie más.
–Te creo.
Y le
vuelve a coger del brazo sonriente.
– ¿Tu
tampoco me habrás engañado verdad?
–Por
supuesto que no. Ya sabes que yo solo te quiero a ti.
Continúan
caminando hasta llegar a un pequeño bar con terraza.
Se sientan
en una de las mesas y esperan a que llegue la camarera.
Por hoy
nada de alcohol.
Los dos
piden una Coca–Cola. La de ella cero, la de él normal.
Ambos se
miran y se sonríen continuamente.
Han pasado
tres meses desde la última vez que se vieron y no tienen nada que contarse.
–No sé qué
decir. –dice David.
–Pues
entonces no digas nada. –dice ella, acercando los labios a los suyos y
besándole suavemente.
–Ven,
quiero llevarte a un sitio. –dice David levantándose de su asiento y cogiéndola
de la mano.
Andrea
obedece y empiezan a correr hacia algún sitio.
– ¿A dónde
vamos?–dice ella sin dejar de reír.
– ¡Estamos
a punto de llegar, espera un poco!
Mientras tanto, muy cerca de ellos…
Miriam
Pasea
relajada por las calles de la ciudad.
Sus ojos
siguen empañados de lágrimas y no tiene ganas de hablar con nadie.
Cuando
Sara la ha llamado parecía muy tensa. ¿Le habrá pasado algo?
Puede que
haya discutido con David.
Alza la
vista y ve a dos chicos corriendo, cogidos de la mano.
¿Ese no es
David? ¿Qué hace con esa chica?
¿Y si les
sigue?
Miriam
acelera un poco el paso y empieza a seguirles.
Su móvil
empieza a sonar. Mierda.
Se para y
descuelga.
– ¿Si?
– ¡María!
¿Dónde estás? Mi mujer está a punto de llegar.
– ¿María?
Perdone, creo que se ha equivocado. –responde Miriam.
El hombre
no responde. Simplemente se limita a colgar.
Vaya, que
mala pata.
Deja a su
novio, recibe una llamada extraña de su mejor amiga, al instante ve al novio de
su mejor amiga corriendo de la mano de otra, los intenta seguir y recibe una
llamada de un desconocido que no recuerda bien el número de su amante. ¿Algo
más le tiene que pasar hoy? Dios, será mejor que se marche a casa antes de que
vea aparecer un unicornio en el parque.