martes, 12 de noviembre de 2013

Capítulo 3

            CAPÍTULO 3:
Varias horas antes…
David
David camina rápido por las calles del centro de la ciudad.
Tiene ganas de verla y no puede llegar tarde.
Aunque la semana que viene él vuelve a su pueblo, Andrea no ha podido aguantar más tiempo sin él y ha decidido venir a la ciudad a verle.
Todavía tiene cinco minutos para llegar.
Acelera un poco el paso.
Se hace paso entre la gente y por fin la ve.
Allí está ella, sentada en el banco en el que habían quedado.
Cuándo Andrea le ve, se levanta y los dos se quedan mirándose, uno frente al otro.
–Hola…–dice él tímidamente.
Ella no responde, tan solo se limita a abrazar-le fuerte.
– ¿Quieres que vayamos a tomar algo?–pregunta Andrea.
–Está bien.
Empiezan a caminar, se miran, se cogen de la mano y sonríen.
–Te he echado muchísimo de menos–dice ella.
–Y yo a ti cariño…
– ¿No has estado con otra verdad?–le dice ella con tono de tristeza.
–Bueno, he estado con unas 10…–responde él, mostrando seriedad.
Ella se para y le suelta la mano.
–Es broma tonta…–miente él, al ver su cara de mosqueo.
– ¿Seguro?
–Segurísimo. Solo soy tuyo. De nadie más.
–Te creo.
Y le vuelve a coger del brazo sonriente.
– ¿Tu tampoco me habrás engañado verdad?
–Por supuesto que no. Ya sabes que yo solo te quiero a ti.
Continúan caminando hasta llegar a un pequeño bar con terraza.
Se sientan en una de las mesas y esperan a que llegue la camarera.
Por hoy nada de alcohol.
Los dos piden una Coca–Cola. La de ella cero, la de él normal.
Ambos se miran y se sonríen continuamente.
Han pasado tres meses desde la última vez que se vieron y no tienen nada que contarse.
–No sé qué decir. –dice David.
–Pues entonces no digas nada. –dice ella, acercando los labios a los suyos y besándole suavemente.
–Ven, quiero llevarte a un sitio. –dice David levantándose de su asiento y cogiéndola de la mano.
Andrea obedece y empiezan a correr hacia algún sitio.
– ¿A dónde vamos?–dice ella sin dejar de reír.
– ¡Estamos a punto de llegar, espera un poco!

Mientras tanto, muy cerca de ellos…
Miriam
Pasea relajada por las calles de la ciudad.
Sus ojos siguen empañados de lágrimas y no tiene ganas de hablar con nadie.
Cuando Sara la ha llamado parecía muy tensa. ¿Le habrá pasado algo?
Puede que haya discutido con David.
Alza la vista y ve a dos chicos corriendo, cogidos de la mano.
¿Ese no es David? ¿Qué hace con esa chica?
¿Y si les sigue?
Miriam acelera un poco el paso y empieza a seguirles.
Su móvil empieza a sonar. Mierda.
Se para y descuelga.
– ¿Si?
– ¡María! ¿Dónde estás? Mi mujer está a punto de llegar.
– ¿María? Perdone, creo que se ha equivocado. –responde Miriam.
El hombre no responde. Simplemente se limita a colgar.
Vaya, que mala pata.

Deja a su novio, recibe una llamada extraña de su mejor amiga, al instante ve al novio de su mejor amiga corriendo de la mano de otra, los intenta seguir y recibe una llamada de un desconocido que no recuerda bien el número de su amante. ¿Algo más le tiene que pasar hoy? Dios, será mejor que se marche a casa antes de que vea aparecer un unicornio en el parque.